"Una semana de cambios .... (2º parte)"

La llegada a "La Soñada" no fue precisamente de ensueño, más de cuatro horas de autobús por un "camino pedregoso" cortado por ríos desbordados, cuestas lodosas interminables que nos hicieron bajar del bus para coger un poco de impulso y una lluvia latosa que nos recibió nada más pisar la finca de Doña Corina en Miraflores. Miraflores es una comunidad campesina, bastante alejada de la humanidad, que pertenece al departamento de Estelí y donde tiene su casa o su "sueño" una vieja mujer revolucionaria. Nos adentramos en la casa llenos de barro e iluminándonos únicamente con la linterna, ya que Doña Corina no posee en su casa luz eléctrica, aún así disfrutamos de una suculenta cena que nos preparó a la luz de las velas, con toda clase de productos naturales  de su huerta. Tras horas de charla caminamos  medio zombies a las habitaciones, unas pequeñas cabañas de madera regentadas por cuatro literas en donde pasamos noche las chicas, acompañadas por un "perro zampopo" que nos vigilaba  asustado desde la pared.

La mañana amaneció nublada por lo que apenas pudimos disfrutar del magnifico paisaje que rodea la finca de Doña Corina y de las vistas desde la casa del árbol, lugar donde pasaron una "extraña" noche tres de los niños de la expedición. Tras un desayuno con ligero sabor español, nos sentamos a charlar con Doña Corina sobre su intensa e interesante vida. Aprendimos muchísimo con sus palabras,sus vivencias, y nos dio una lección de solidaridad increíble. Aprendimos que a pesar de sufrir vejaciones, violaciones y torturas aún  queda amor para entregar y ayudar a los demás y más si tienes un corazón enorme que no te cabe en el pecho. Puedo decir de Doña Corina que es una mujer revolucionaria, guerrillera, valiente, luchadora, humilde, libre y con un espíritu de lucha que jamás había visto en otra mujer de su edad. Con un buen sabor de boca por la entrañable conversación, pusimos rumbo de nuevo a Estelí para acomodarnos en el parque del conocimiento y de la ciencia, Estelimar. Tras recorrer algunas de las calles centrales de la ciudad y ver que el boxeo infantil causa estragos por las plazas, nos reunimos con los jóvenes que forman parte de las Juventudes Sandinistas. No puedo describir la fuerza de sus palabras y la convicción con la que hablan. Parece mentira encontrar gente tan joven que se suma a una causa de una manera tan exagerada, a veces rozando el extremismo. Aún así luchan por unos ideales compartidos, acabar con el capitalismo y conseguir que todos las jóvenes de Nicaragua gocen y disfrutende todas  sus aficiones a pesar de no tener recursos, y conseguir  que se expresen libremente y sin temor independientemente del nivel de riqueza, pobreza o clase social que tengan. La noche se fue animando y disfrutamos con los chicos de una agradable velada, en dónde además de compartir inquietudes, historietas y respuestas pudimos comprobar lo difícil que es bailar con ritmo sabroson por estos lares.
El domingo desconectamos un poco del ambiente urbano viajando al cañón de Somoto que limita la frontera de Nicaragua con Honduras. Nos adentramos a través de una lancha por el caudal del río que atraviesa toda la reserva natural y disfrutamos de un merecido baño debajo de una cascada de agua. El entorno era mágico, el agua cristalina y todo alrededor, de nuevo, de color verde. Fue un merecido domingo de relax después  de una semana agotadora en  vivencias y emociones