" El poder de una SONRISA .... "

Mi familia Nica

Debo reconocer que al principio iba un poco nerviosa y con algo de miedo por lo desconocido. Ya era de noche e iba caminando por un camino oscuro lleno de barro, con una mujer morena y bajita que acababa de conocer hace apenas unas horas en la Cooperativa de Condega. Mi destino era San Jerónimo, una comunidad campesina dedicada principalmente a la agricultura y sobretodo al café. Mientras iluminaba  el sendero con la luz de la linterna, otra luz me apuntó  en la cara y escuche unas risillas detrás de unos matorrales. De repente aparecieron dos niños con unos ojos gigantescos que se abrazaron a mi algo tímidos. Eran Alexis y Lisandro, dos de los niños que formaban parte de mi familia Nica. Dentro en la pequeña casa apenas había luz, allí sentado escuchando la radio estaba Marlon, el marido de Zenaida. Apenas hicimos nada a mi llegada pues ya era muy tarde y el cansancio podía con nosotros. Me mostraron mi habitación, bueno la habitación de todos y me prepararon mi cama. Me cedieron su cama de matrimonio para que durmiese y todos ellos durmieron juntos en un pequeño colchón enfrente de mí. La noche la pasé algo revuelta, sería por los nervios o por no saber que me iba a encontrar a la mañana siguiente, así que sobre las cinco de la mañana me puse en pie tras escuchar ruido en la cocina y el olor a madera ardiendo. Zenaida ya estaba en la cocina moliendo maíz para las tortitas y calentando el café. Al rato ya hicieron su aparición el resto de la tropa, Alexis, Lisandro y Mauricio, mis "hermanos nicas" que tienen doce, diez y catorce años respectivamente. Desayunamos hablando un poco del mundo y sus diferencias cuando recibí la visita de todos los niños vecinos. Rodeada de los pequeños jugué a muchos juegos infantiles que poco a poco iba rescatando de mi memoria. Sobre las ocho de la mañana puse rumbo al cafetal con toda la familia. Subimos unas cuestas algo escarpadas y después de una hora de camino llegamos al pequeño terreno que mi familia tenía en lo alto de la montaña. Recogí café con Zenaida mientras Marlon y los niños chapeaban el cafetal. Aprendí mucho esa mañana sobre agricultura, descubrí que el café no es un grano negro con sabor amargo si no más bien un fruto rojo de sabor dulce. Aprendí también mucho sobre la guerra, las heridas de la revolución, la situación actual de las comunidades y sus batallas por un comercio justo y digno, mientras Marlon me señalaba y contaba todo lo sucedido en la Montaña de Cantagallo. A la llegada al pueblo despulpé el café   caturro ( tipo de café propio de esta zona) que había recogido y que al día siguiente llevaría Marlon a la cooperativa del pueblo, "Héroes y Mártires de Cantagallo" creada en honor a los jóvenes caídos en la montaña en la época de la revolución. La mañana se pasó volando y después de comer, de nuevo me estaba esperando mi séquito de chavales en la puerta. Me querían enseñar el campo en donde jugaban  y entrenaban al béisbol. Junto con Mariangeles recorrí el pueblo en busca del famoso campo y allí pasamos la tarde jugando con los niños y aprendiendo algo de este deporte. Anocheció y de nuevo preparé mi cama,mi saco y me dispuse a dormir con una sonrisa.

La mañana siguiente fue muy especial, ya era mi último día en mi pequeña casa. El despertar que tuve fue increíble, más de cinco niños gritando mi nombre, removiendo mi saco y queriéndome mostrar miles de cosas. Alexis, Mauricio, Lisandro, Marvin, Alan y el pequeño Angelillo habían venido a buscarme con un dibujo como regalo. Mis ojos se humedecieron de golpe y ahí comprendí que había conseguido cumplir mi sueño. Miles de veces había soñado en vivir ese momento, de siempre quise ser cooperante para ayudar a los demás y sentirme cerca de los que más necesitan ser ayudados, y la sensación me superaba. He sentido y vivido cosas que nunca pude imaginar. A pesar de ser pobres, vivir en una mini casita de adobe, no tener televisión, ni juguetes, ni a veces comida que llevarse a la boca son felices y viven con dignidad. Así me sentí yo durante esos tres días, pobre pero a la vez rica en valores, vivencias, emociones, lecciones de vida y SONRISAS. Ahora por fin puedo comprender el verdadero significado de las palabras que tantas veces he escuchado al cooperante Jaume Sanllorente (creador de la ONG Sonrisas de Bombay): "el poder de las sonrisas de éstos niños es lo que no me deja escapar de esta realidad". Me sentí parte de una familia que casi no me conocía y que en un principio no tenia nada que ver conmigo. No creo que algún día pueda olvidar esta aventura, ni creo que pueda ser superada porque fue mi primera vez.
El resto de la mañana del jueves fue por y para los niños. Organizamos una fiesta de despedida en el colegio donde acudieron todos los chavales de la comunidad de San Jerónimo. Hubo juegos, globos de colores, narices de payaso, piñatas con caramelos pero sobre todo muchas sonrisas. Nuestras sensaciones en ese momento no se pueden explicar con palabras. Solo sé que parte de mi corazón y de mi alma siempre estará con mi Familia Nica (Familia Maríinez Castillo) y con la Comunidad de San Jerónimo.